PRIMERA:
CUÁNDO, DÓNDE , CÓMO Y POR QUÉ SE ORIGINÓ EL CULTO AL TORO EN EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL.
Dando por hecho (como ya demostraré en su momento), que la tauromaquia hispana no tiene absolutamente nada que ver con el primitivo culto al toro nacido en el Mediterráneo Oriental, la primera conclusión indiscutible a la que se llega después de repasar toda la prehistoria, protohistoria e historia antigua de las antiguas Civilizaciones Mediterráneas, es la de entender que efectivamente los toros salvajes (y los leones) fueron objeto de una especial veneración desde que aquellas (culturas del Mediterráneo Oriental) comenzaron su andadura.
Es más, el culto al toro salvaje germinó mucho antes, y lo hizo concretamente en Anatolia (actual Turquia).
Efectivamente, fue allí donde desde hace unos 7.000 años las primeras comunidades neolíticas se fueron asentando en poblados y donde desde entonces los hombres comenzaron a mostrar un especial miedo/devoción por este extraordinario animal.
Así es, en poblados o aldeas como las de Catal-Huyk las excavaciones arqueológicas han dejado al descubierto lugares que, como santuarios, evidencia un indiscutible culto hacia este animal.

Catal Huyuk. Sur de Turquía .- zona Montes Taurus.

Evidencias del culto al toro salvaje en (Catal Huyuk
Esto es indiscutible y todos lo saben.
Es más, saben que desde allí (sur de Turquía) fue desde donde esta veneración al uro o toro salvaje se extendió hacia otras poblaciones de la zona que los historiadores llaman Creciente Fértil.
En primer lugar hacia las zonas de la costa oriental del Mediterráneo (Siria, Palestina… ) para luego pasar a las de Mesopotamia (zona entre ríos Tirgris y Efrates, actual Irak,… ) y luego a Egipto… Chipre, Creta…
Pero ¿Por qué nació allí, al sur de Turquía, el culto al toro?. ¿Que circunstancias se dieron para que aquello ocurriera? .
Para empezar, la toponimia del lugar ya nos va dando pistas.
Y es que resulta indicativo que la cadena montañosa que se extiende al sur de Turquía y en la que precisamente aparecen enclavados los primeros asentamientos neolíticos con santuarios de toros ( como el de Catal-Huyuk que ya hemos comentado), se denomine precisamente “Montes Taurus”.
Montes Taurus….Uummmm.
No cabe duda de que esto indica la presencia en estos lugares, desde tiempos inmemoriales, de numerosos toros salvajes. Gigantescos toros, indómitos y potentes, pulularían por la zona atemorizando a la población. Zona en la que, por cierto, también andarían a sus anchas feroces leones, con los que tendrían que enfrentarse en encarnizadas luchas.
Mientras, la población, en medio de ellos, viviría aterrorizada por sus ataques. De hecho, el uro podía llegar a medir dos metros de altura y llevar cuernos de hasta tres metros de longitud.
Aquel animal sí que era grande. Su fuerza y potencia les apabullaba. ¿Sería más “grande” que el mismo hombre?.

Pintura toro en Catal-Huyuk
Así es; portadores de una fuerza sobrehumana y vigor descomunal, las gentes comenzaron a considerarlos auténticos “seres superiores”.
No cabe duda. Fue así y por ello que partir de entonces en las mentes de aquellas gentes quedaría anclada la imagen del toro salvaje como la de un ser excepcional digno de admiración y respeto, al que habría que rendir culto para aplacar su furia y/o atraer sus favores. Culto que, no olvidemos, nada tiene que ver con nuestra tauromaquia.
Nota: Desde entonces, en las civilizaciones que nacieron después en toda la zona del Próximo Oriente, a las principales divinidades masculinas se le asociarán con el vigor y fuerza viril del toro salvaje, mientras que las diosas principales se harán acompañar de leones, que a su vez simbolizarán la fertilidad femenina ( Isthar, Astarté, Cibeles…).
Las míticas luchas de héroes con toros salvajes y leones.
No pudo ser de otra forma.
Ante la inevitable situación de inseguridad que provocaba la presencia de toros salvajes y leones, las comunidades que se fueron formando en estas zonas necesitaron la ayuda de sus individuos más aguerridos.
Estos individuos, por la genialidad y fortaleza mostrada en sus espectaculares luchas con toros y leones, serán recordados durante los siguientes milenios como héroes y/o semidioses, al tiempo que sus hazañas no dejarán de ser cantadas en mitos y leyendas. (Leyendas como aquella que hace 5000 años narraba las del mítico rey sumerio Gilgamesh).
Es más, pronto aquellos héroes/semidioses (desde el III milenio a.C) comenzaron a ser representados en sellos cilíndricos, estelas o relieves de las primeras civilizaciones orientales.
Y lo curioso es que todos se representaban con rasgos híbridos: mitad hombre – mitad animal (ya sea toro o león) y siempre luchando con los temibles toros salvajes y leones a los que, como no podía ser de otro modo, terminaban venciendo y doblegando.
Es mas, tras consumar su victoria en esas heroicas hazañas, los héroes supuestamente adquirían los atributos de los animales. De ahí que se les representaran con cuernos y a veces revestidos con una piel de león.
Pero no quedará ahí la cosa.
Dioses con cuernos.
La veneración al toro salvaje en estas tierras llegó a ser tal, que mas tarde, cuando el hombre llegue a concebir dioses a su imagen y semejanza, los ideará con connotaciones taurinas.

Estela dios El
Así, a los “dioses padre” ( los que a su vez se les otorgaba la grandeza de haber creado al resto de las criaturas y de los múltiples dioses menores, y por ende los máximos exponentes de la potencia generadora), se les imaginó con atributos taurinos (cuernos). Seguro que por considerarlos acordes con la necesaria potente fuerza creadora que aquellos deberían ser portadores.
Por ello, desde el dios Anu sumerio al dios El de los cananeos, y sobre todo a su hijo Baal, pasando por el Marduk babilónico o el Teshub hitita entre otros, todos fueron venerados por las castas sacerdotales, las élites y el pueblo, por sus evocaciones taurinas. De hecho a ellos se aludía como si de potentes toros salvajes se trataran.

Estela dios Baal (Ugarit) Siria

Dios Teshub hitita
Así que no lo olvides; fue esta consideración la que hizo que pronto, desde mediados del III milenio aC aproximadamente, estos dioses empezaran a ser representados en estelas de piedra con cuernos en sus cabezas.
Así, con cuernos, aparece también la figurilla de Baal que expone en sus vitrinas el Museo Arqueológico de Sevilla. Se trata en realidad de una copia en escayola pintada de la original en bronce de Enkomi en Museo Nacional de Nicasia (Chipre) (s. XII aC)

Representación de Baal en Museo Arqueológico de Sevilla. Original se encuentra en Museo Nacional de Nicosia.(s. XII aC)
¡Si es que todo tiene su explicación!.
Reyes divinizados… con más cuernos.
Finalmente estos atributos taurinos de los que eran portadores los dioses (cuernos) fueron también colocados sobre las testas de los primeros reyes orientales.
Antes de seguir recordemos… Recordemos cómo aquellos primitivos reyes o faraones de estas civilizaciones antiguas fueron en realidad los “hombres alfa” o guerreros preeminentes de las comunidades que habrían llegado al poder gracias a su fortaleza física y dotes de liderazgo.
Estos monarcas, no lo olvidemos, se encontraban a su vez arropados y sostenidos por la fuerza de sus élites guerreras, así como por las leyendas que sobre su origen divino ideaban los chamanes – sacerdotes con el fin de hacerlos aparecer ante el resto de los mortales como seres superiores.
Así es; para que estos “grandes-hombres” pudieran realizar el cometido que ellos mismos se habían fijado, fue necesario imbuirles de un especial “aire divino”.
Fue por ello que pronto, en aquellas lejanas civilizaciones del Oriente Mediterráneo, a sus reyes se les hizo descender de los mismo dioses.

Estela del rey acadio Naram Sim
Sin embargo, esta idea de super-hombre o rey divinizado solo funcionaría si se hacía visible al resto de la población, que era la que debía soportar los caprichos y abusos de aquellos. No bastaban los mitos y leyendas.
¿Cómo entonces hacer llegar esta idea de rey divinizado a la gente?: Haciéndolos aparecer en los monumentos o estelas representados con los atributos que portaban los dioses: cuernos.
Así, con cuernos o más bien con casco provisto de cuernos, aparece por ejemplo el rey acadio Naram-Sin en la famosa estela que los sabios pro-taurinos sacan a relucir cuando les viene en gana.

Paleta de Narmer
Por su parte en el Antiguo Egipto, en torno al 3100 aC , al super-guerrero unificador de los dos reinos, que luego fuera el primer faraón Narmer, lo hicieron representar en la famosa Paleta de Narmer con cola de toro en el momento en el que se disponía a aplastar con una maza a su enemigo.
Mientras, en el reverso un furioso toro salvaje embiste sobre las murallas de una ciudad enemiga. Toro salvaje que se entiende simboliza al mismo faraón.

Reverso Paleta de Narmer
Es más, como no podía ser de otro modo, también se inventaron mitos en los que los faraones eran recordados como toros salvajes. De hecho, según cuenta Cristina Delgado en su libro “El Toro en el Mediterráneo.”, los cronistas reales de Egipto aludían a los faraones de la XVIII y XX dinastía como toros: “toros que aplastan a sus enemigos con cuernos” (`pag 151).
….Ni que decir tiene que nada de lo estamos viendo tiene que ver con la tauromaquia hispana, ni hay nexo que lo vincule.
¿Reyes y dioses orientales aparecían representados en estas antiguas civilizaciones con cuernos?: SI.
¿Antiguos héroes mítico-legendarios aparecían representados luchando con toros?: SI
… pero ni unos ni otros eran toreros.
Y por último – Los inquietantes y gigantescos “toros-leones-hombres con alas”: los Lamassu asirios
El sentido espiritual, religioso o divino de estos imponentes animales, lo elevaron aún más los asirios al colocarle alas de águila a sus gigantescas esculturas de seres híbridos: los enormes lamassu.
Eran aquellos, enormes altorrelieves que en forma de toro o león alado con cabeza humana barbada y cuernos, protegían las puertas de sus palacios.
No hay que ser muy listo para entender que estos seres polimorfos tampoco tienen nada que ver con nuestra tauromaquia. Es más, su función era la de alejar a los malos espíritus, y por ello se colocaban flanqueando las puertas de sus magníficos palacios.
Seres híbridos que, por cierto, luego continuarán representando los babilonios en el s. VI aC. cuando Nabucodonosor II se haga con el poder de amplias zonas de Mesopotamia, y más tarde los Persas.
Ahora toca pensar….
Pensemos ….pensemos…
Uhmmmm…. Si esto fue así. Es decir si fue en estos lugares donde se generalizó desde la más remota antigüedad el culto al toro, ¿Por qué sólo en nuestra tierra se perpetuó el gusto por acribillar toros en supuestos rituales o cultos ancestrales?.
¿No sería más lógico que hubiera sido en esas regiones orientales, cunas del culto al toro, hoy Turquía, Siria, Líbano, Chipre, Israel/Palestina, Irak, y luego Creta, Grecia…, donde deberían haberse desarrollado los “espectáculos” o “festejos” con toros que los hispanos comenzaron a popularizar en la Edad Media?.
O dicho de otro modo: ¿Por qué, siendo tan extendido este culto taurino en todo el Mediterráneo Oriental, sólo en el último rincón de su cuenca, en el finis terrae, se popularizó durante la Edad Media la costumbre de acribillar toros por puro placer?.
Uhmmmm….. Esto no cuadra.
Luego… sigue leyendo.
SEGUNDA CONCLUSIÓN: NO HAY REFERENCIAS A TAUROMAQUIA EN LA HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA